Javierada 2011

  • De forma breve queremos recoger lo que ha sido el fin de semana del 11 al 13 de marzo. Un año más, la parroquia de S. Emilio se unió a la Delegación de Juventud de la diócesis de Madrid para participar en la Marcha a Javier; este año nos apuntamos 15 personas. El tiempo prometía lluvioso, daba una cierta pereza comenzar...
    Quedamos en la plaza de S. Juan de la cruz junto a 13 autobuses llenos de personas de distintas parroquias de la diócesis y comenzamos el camino. Haciendo la correspondiente parada para cenar, llegamos al Centro Diocesano de Javier, que es donde nos alojaríamos todo el fin de semana. El sábado por la mañana tras el desayuno nos dirigimos a Sos del Rey Católico. Allí tuvimos en la iglesia parroquial la oración de Laudes, una breve explicación del párroco de la joya de Iglesia donde estábamos y la bendición que nos dieron antes de la peregrinación.
    Comenzamos la peregrinación por un paisaje espectacular, recorrimos los kilómetros por un paraje único, los valles hablaban de las maravillas de Dios, las montañas de su fuerza, la naturaleza era vida creada para dar vida. El tiempo nos respetó hasta la hora de la comida que comenzó a llover. La suerte fue que no era torrencial sino que permitía la caminata. Se decidió por tanto realizar el vía crucis por grupos reducidos. He de resaltar el momento de via crucis; pienso que fue una gracia del Señor tener la oportunidad de meditar cada una de las estaciones mientras realizábamos la peregrinación bajo la lluvia suave. Fue un momento único en un paisaje especial, para caer en la cuenta del camino que siguió Jesús a la cruz cuya única motivación fue responder a la voluntad del Padre. Y todo ello por nosotros, para rescatarnos; para amarnos más. Nos cuestionaba en cada una de las estaciones: ¿y yo? ¿Cómo lo hago realidad en mi vida ?
    Una vez que llegamos a Javier, junto a cerca de 20.000 personas venidas de diferentes lugares, tuvimos la eucaristía presidida por el obispo de Pamplona, D. Francisco Pérez. Hay que dar gracias a Dios que según avanzaba la eucaristía iba saliendo el sol, hasta el punto de recibir una luz especial el castillo. De forma simbólica, la luz del evangelio, ¿es para mí la meta de mi peregrinación? ¿me dejo iluminar por el evangelio en mis relaciones, mi trabajo, mis motivaciones…?
    Volvimos al centro diocesano a cenar, para después dirigirnos al salón de actos a tener una vigilia de oración.
    El domingo por la mañana, después de desayunar nos dirigimos al monasterio de Leyre a rezar las Laudes y escuchar a un monje benedictino aspectos destacables de la figura de S. Francisco Javier. Posteriormente tuvimos un rato de puesta en común por grupos para compartir lo que estaba suponiendo la javierada a cada uno de nosotros. A las 12 tuvimos la misa cantada por los monjes y comenzamos la vuelta a Madrid.
    Quiero dar gracias al Padre por tanto bien recibido en este fin de semana. Por cómo se ha derramado en gracias a cada uno de los que nos hemos querido acercar a El. Creo que ha sido un verdadero privilegio poder compartir este fin de semana con tanta gente, especialmente los 15 que hemos ido de parte de la parroquia de S. Emilio. Poder conocer a personas como Mario , Verónica, Ana Berta, Dani, Samuel y María, Lucas y Flabiana, Dolores, Inma, Mª Jesús, Chus , D. Pablo y D. Fernando ha sido una verdadera lotería. De todos y cada uno de ellos he recibido no pocas cosas. Caminar en grupo a un mismo destino te hace sentirte animado, respaldado, uno avanza alegre y confiando que si surge algún inconveniente, estarán par a ayudarme.
    Su testimonio es un empuje en la fe, compartir con ellos es constatar una vez más que el Señor actúa, que demuestra su cariño, que cuida a sus hijos.
    Estoy seguro que según vayan pasando los días, iremos sacando más frutos de esta experiencia, seremos conscientes de cómo el Señor ha pasado por nuestro corazón.